Hace una década, implementar un sistema de reconocimiento automático de patentes implicaba una inversión que sólo tenía sentido en proyectos de gran escala. La ecuación era sencilla: cámaras
Hoy hablar de seguridad de la información ya no es un tema exclusivo de especialistas en IT. Cada transacción digital, cada contrato y cada proceso administrativo pasa por un mismo filtro: ¿podemos garantizar la integridad de los datos y la identidad de las personas que los firman?
Ahí es donde entran en juego los digitalizadores de firmas. Estos dispositivos permiten capturar la firma manuscrita de manera segura y certificada, integrándose a flujos digitales sin romper la cadena de confianza. Su importancia no está solo en la comodidad, sino en el marco normativo que cumplen.
En Argentina, la Ley de Firma Digital (N.º 25.506) reconoce la validez legal de las firmas electrónicas y digitales, siempre que cumplan con los estándares de autenticidad, integridad y no repudio. A nivel internacional, la norma ISO 27001 establece las bases de un sistema de gestión de la seguridad de la información (SGSI), y uno de sus principios clave es garantizar el control de accesos y la trazabilidad de cada acción.
Cuando una organización incorpora digitalizadores de firmas:
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Refuerza la autenticidad: cada firma se captura junto con datos biométricos que no pueden ser replicados.
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Asegura la integridad del documento: el contenido firmado no puede ser alterado sin dejar evidencia.
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Facilita la auditoría y trazabilidad, requisitos esenciales tanto en ISO 27001 como en marcos regulatorios locales.
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Reduce riesgos legales y operativos, al ofrecer pruebas sólidas en caso de auditorías o disputas.
Más allá de lo técnico, hablamos de confianza. Para un banco que necesita que sus clientes firmen contratos a distancia, para un hospital que guarda consentimientos informados o para una empresa que formaliza acuerdos con proveedores, la firma capturada digitalmente asegura que lo que se dijo, se firmó y quedó registrado, sea realmente válido.
En definitiva, los digitalizadores de firmas no son solo periféricos: son una herramienta estratégica para cumplir con normativas locales e internacionales, y al mismo tiempo ofrecer una experiencia moderna y confiable a los usuarios.
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